La higa: El amuleto de los peregrinos del Camino de Santiago
La higa es un amuleto que tradicionalmente ha estado muy vinculado con el Camino de Santiago. La representación de la higa es la de un puño cerrado, con el pulgar asomando entre el índice y el dedo corazón.
La higa es un elemento protector que se colgaba antiguamente a los recién nacidos para protegerlos del mal del ojo. También hayamos otra datación de su uso, que se remonta a los antiguos marinos y sus supersticiones con las creencias de islas y lugares malditos que tenían mala reputación.
Para evitar el mal de ojo los miembros de la tripulación se colgaban en sus cuellos el amuleto, pero también encontramos un uso anterior este, se han encontrado registros que datan de la época romana y etruscos que utilizaban este amuleto para realizar sus ritos.
Aunque su origen se considera español, también es cierto que en los antiguos cultos de Africa y Asia, la higa también era utilizada como amuleto, pero con una connotación sexual, la representación de la Higa hacía referencia a los órganos sexuales femeninos usado como método de protección contra cualquier tipo de mal y desgracia.
En Brasil, la figa es muy popular, se le atribuyen poderes para la reproducción, la seducción del sexo opuesto y la protección contra la esterilidad y la impotencia.
Tradicionalmente, cuando una persona se sentía amenazada por cualquier tipo de desgracia o el mal de ojo, se creía que el gesto de la higa con la mano, distraía a los espíritus malignos, y la persona podía salvarse de cualquier circunstancia desfavorable.
A las higas o figas también se les llama “puñetas” y su ruptura es lo que indica que su protección ha sido efectiva; ya que cuando el amuleto ha recogido la negatividad destinada a su portador, se rompe. En ese caso hay que enterrarla, o tirarla al mar y sustituirla por otra nueva.
En cuanto a su uso como amuleto en el Camino de Santiago el material en el que se comercializa es el azabache, al que se le atribuyen propiedades protectoras.